La filosofía educativa que tenemos cada uno y cada una engloba todos aquellos valores, ideas, experiencias, comportamientos, conocimientos, capacidades y habilidades que consideramos excelentes o más valiosos en la educación (ya sea de nuestro alumnado o de nuestros hijos e hijas). Es por ello que, ya sea en el rol de docente o educador, no nos podemos despegar de esta visión.
Cuando además educar es profundamente vocacional sucede que encuentras en tu día a día personas, situaciones, lecturas, ideas... que hacen crecer tu propia filosofía. Lejos de ser simple, te das cuenta que educar es un todo en el que influyen y participan muchas variables difíciles de controlar y medir por una sola persona (madre o maestra).
Inmersa en todas estas ideas que acabo de expresar me doy cuenta que por un lado soy maestra por vocación porque lo siento en el corazón; que por otro soy madre a tiempo completo porque una vida que se formó en mi interior ahora es un ser independiente de mí; y que en estos dos roles y en otros muchos más que tengo el eje vertebrador es la emoción.
Y es que es algo de lo que no nos podemos desprender: de nuestras propias emociones, de nuestros propios sentimientos. Sentimos todo el tiempo, interpretamos todo el tiempo, pensamos todo el tiempo. Quizás éste haya sido el hallazgo más significativo de estos últimos años para mi a pesar de lo obvio que parezca. Más que nunca nos estamos volviendo tremendamente emocionales y esto está teniendo sus consecuencias tanto en la educación formal como en la educación familiar.
Al compartir mis trabajos como docente, al proponer diferentes tareas a mi alumnado presento más que tareas: comparto la ilusión de hacer algo que me gusta, que me emociona. Cuando comparto algo en equipo - cosa que en los trabajos compartidos de FC no ha podido ser, pero que sí hago en mi puesto de trabajo a diario - siento la emoción de compartir aquello que me apasiona; al igual que cuando recibo algo de algún compañero, compañera, alumno o alumna.
Es por todo esto que deseo seguir contagiándome y contagiar esta emoción que siento cuando creo, comparto y aprendo. Este es el motivo por el que elegimos nuestro lema para el tercer ciclo durante este curso 2016 - 2017 de una de las imágenes de Mr. Wonderful: "lo importante no es ser iguales, lo importante es hacer un buen equipo".
Cuando además educar es profundamente vocacional sucede que encuentras en tu día a día personas, situaciones, lecturas, ideas... que hacen crecer tu propia filosofía. Lejos de ser simple, te das cuenta que educar es un todo en el que influyen y participan muchas variables difíciles de controlar y medir por una sola persona (madre o maestra).
Inmersa en todas estas ideas que acabo de expresar me doy cuenta que por un lado soy maestra por vocación porque lo siento en el corazón; que por otro soy madre a tiempo completo porque una vida que se formó en mi interior ahora es un ser independiente de mí; y que en estos dos roles y en otros muchos más que tengo el eje vertebrador es la emoción.
Y es que es algo de lo que no nos podemos desprender: de nuestras propias emociones, de nuestros propios sentimientos. Sentimos todo el tiempo, interpretamos todo el tiempo, pensamos todo el tiempo. Quizás éste haya sido el hallazgo más significativo de estos últimos años para mi a pesar de lo obvio que parezca. Más que nunca nos estamos volviendo tremendamente emocionales y esto está teniendo sus consecuencias tanto en la educación formal como en la educación familiar.
Al compartir mis trabajos como docente, al proponer diferentes tareas a mi alumnado presento más que tareas: comparto la ilusión de hacer algo que me gusta, que me emociona. Cuando comparto algo en equipo - cosa que en los trabajos compartidos de FC no ha podido ser, pero que sí hago en mi puesto de trabajo a diario - siento la emoción de compartir aquello que me apasiona; al igual que cuando recibo algo de algún compañero, compañera, alumno o alumna.
Es por todo esto que deseo seguir contagiándome y contagiar esta emoción que siento cuando creo, comparto y aprendo. Este es el motivo por el que elegimos nuestro lema para el tercer ciclo durante este curso 2016 - 2017 de una de las imágenes de Mr. Wonderful: "lo importante no es ser iguales, lo importante es hacer un buen equipo".
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